Por un momento intenta imaginarte en una situación extrema: estás en un campo de concentración; te han separado de tu familia, de tus amigos, de tu ciudad, de todas esas cosas de las que pensabas que no podrías vivir sin ellas. Han cambiado tu ropa por prendas ya usadas y en el peor de los casos te han dejado sin ella. Estás sola. No tienes nada. Pero te miras y descubres que sí, que tienes más de lo que imaginas: conservas todo aquello que nadie te puede quitar: tu libertad, tu amor, tu ilusión, tu capacidad de entrega; todo lo que necesitas para conseguir la felicidad y para darla a los demás.
Al pensar en el título de este blog, pensé en todo esto, porque es la base del voluntariado: saber qué es lo que tengo para poder darlo
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