El primer gesto para cualquier acto solidario es abrir bien los ojos y descubrir las necesidades de los que nos rodean: en casa, en clase, en el trabajo. Y después poner en funcionamineto la voluntad para abrir el corazón y darles eso que necesiten: una sonrisa, tiempo (del que no nos sobra), una mano...
Me han gustado mucho estas palabras de un sabio contemporáneo:
"Se dice de los dinosaurios que se han extinguido por haberse desarrollado siguiendo un camino equivocado: mucho caparazón y poco cerebro, abundantes músculos y escaso entendimiento. ¿No nos hemos desarrollado nosotros también de un modo equivocado? ¿No hemos desarrollado mucha técnica y poca alma? ¿Un espeso caparazón material y un corazón que se ha quedado vacío? ¿No ha disminuido nuestra capacidad de reconocer y aceptar la bondad, la verdad y la belleza?" (Joseph Ratzinger, actual Benedicto XVI)
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